Tan intrigante como perturbadora, Matrix; la película de las hermanas Andy y Lana Wachowski marcó una época, no solo por los efectos especiales y las escenas de lucha planificadas a la perfección sino, principalmente, por su temática.
Matrix es una distopía, es decir, una historia basada en un universo opresor, totalitario, donde el individuo no tiene libertad ni control sobre sí mismo.
En la obra, la humanidad está atrapada en una simulación, aunque no es consciente de ello. Esta realidad virtual, llamada «Matrix», fue creada por las máquinas para mantener a la especie humana bajo su dominio y absorber su energía.
Los humanos se vuelven tan dependientes de las máquinas que acaban siendo sometidos por ellas, convirtiéndose en simples «baterías» que generan energía para alimentarlas, y, peor aún, su alienación es tal que no se dan cuenta que viven presos.
En el estilo de las narrativas distópicas, siempre existe un componente crítico y satírico sobre la sociedad contemporánea, agrandando sus defectos con una lupa para observarlos a detalle.
Estrenada en 1999, en la víspera del temido «error del milenio» (que nunca llegó a suceder) Matrix expone las preocupaciones y angustias de una sociedad en plena transformación.
Durante la década de los 90, la venta de computadoras aumentó considerablemente y el acceso a Internet se convirtió en algo cotidiano. La entrada en este nuevo mundo, junto al progreso tecnológico, abrió debates acerca del futuro de la humanidad.
¿Cómo podemos saber que estamos despiertos? ¿Qué es real?
Muchos de los que han visto la película se han planteado este tipo de cuestionamiento. Muchos han tenido la sensación de no actuar con total libertad y pensado que sus actos están predeterminados; incluso, que estamos siendo manipulados y controlados o que estamos dentro de un sueño. Lo cual permite lo verosímil de Matrix pues da respuesta a todos esos cuestionamientos cotidianos de la humanidad.
Los humanos han sido forzados a vivir un sueño, a dormir toda una vida conectados a las máquinas que, ahora, se alimentan de ellos.
La película analiza la relación con la tecnología y la separación del cuerpo y la mente; cada vez mayor enmarcada por el avance de la robótica y la realidad virtual.
¿Queremos ser libres?
La película nos plantea la posibilidad de un destino, pero también en el poder de decidir.
Advierte de los peligros de una realidad simulada que se hace mucho más atractiva que el mundo “verdadero”, las sensaciones son percibidas como reales dentro del sueño, y como consecuencia, dejamos de cuestionarnos si estamos despiertos o no, o si queremos despertar a una realidad oscura y decadente o vivir felices dentro de la simulación.
Todos somos “el elegido”
La película es provocadora al entender que solo somos dueños de nuestras decisiones, por oscura y decadente que sea la realidad, nos invita a ser “el elegido” que afronta, pese a todo en contra, la verdad de la realidad, o bien permanecer dormidos sin cuestionar nada a nuestro alrededor. Al final nosotros elegimos.
Y tú “¿Cómo defines lo real?”